En una instalación eléctrica, existen numerosos receptores, tales como motores, transformadores, reactancias, etc., que para funcionar necesitan que se generen campos magnéticos.
Estos equipos, en general inductivos, absorben energía de la red para crear los campos magnéticos y la devuelven mientras desaparecen. Con este intercambio de energía, se provoca un consumo suplementario que no es aprovechable por los receptores, (la energía activa sí es aprovechable por los receptores).
A esta energía se le denomina “energía reactiva” y se mide en kVArh.
La energía reactiva provoca una sobrecarga en líneas, transformadores y generadores, sin llegar a producir un rendimiento útil (por eso se paga un complemento o recargo).
Sin embargo, la factura de energía sí la contabiliza, por lo que puede llegar a incrementarla en cantidades importantes.
Las baterías de condensadores compensan la energía reactiva demandada de la red de alimentación, y por tanto, mejoran el rendimiento útil de la instalación incrementando también la vida útil de nuestros equipos.
Para eliminar la penalización por energía reactiva debemos instalar una batería de condensadores que, permiten reducir considerablemente la demanda de energía reactiva de la red. Además, facilitan la estabilización y calidad de suministro eléctrico, optimizando el dimensionamiento, capacidad y el rendimiento de la instalación eléctrica.
Las baterías de condensadores constituyen el sistema más sencillo, y consecuentemente, el más utilizado.
Básicamente consiste en la colocación de condensadores que aportan la energía reactiva que precisan los receptores de la instalación (motores, transformadores, reactancias, etc.); de este modo se consigue disminuir o incluso anular –técnicamente, compensar– la energía reactiva demandada de la red de alimentación y mejorar el factor de potencia.
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